En YouTube y TikTok, lo bizarro se cuela en los vídeos. Con la ayuda de la inteligencia artificial, creadores transforman las historias bíblicas en contenido audiovisual de estética infantil. Los pasajes se desarrollan a través de voces robóticas, que llegan desde un lugar distorsionado y se alternan entre la de un hombre y una mujer, sin que necesariamente se ajuste a los personajes y tiempos. La lógica se disuelve en un universo raro, infantil y falso, que la inteligencia artificial fabrica en segundos.Otros canales apuestan por escenas más insólitas: Jesús, con los bíceps marcados, comiendo pollo frito de una cadena global que promete felicidad en cubos; o María transmitiendo el nacimiento de su hijo, tal como una influencer: “Aquí estoy, lista para parir”. En algunos casos, incluso, recurren a personalidades contemporáneas que aparecen en las portadas de los periódicos por su muerte (es el caso del líder juvenil trumpista Charlie Kirk). El fenómeno no es menor. Algunos de ellos, publicados hace apenas unas semanas, alcanzan millones de visualizaciones. Nir Eisikovits, profesor de Filosofía en la Universidad de Massachusetts (UMass), observa este contenido con distancia crítica. Dice que los valores de producción son altos, pero que la estética es “casi ridícula”. “Es como Hollywood mezclado con videojuegos”, asegura. De acuerdo con el director y fundador del Centro de Ética Aplicada de la UMass, un instituto que estudia la ética y la política de la inteligencia artificial, estos vídeos son “un malentendido sobre cómo funciona la religión”. El fenómeno se enmarca en lo que se conoce como AI slop, un tipo de contenido digital generado automáticamente que se caracteriza por su poca relevancia o por ser ridículo y falso. “Las empresas no lo creen, pero es eso lo que son exactamente. Incluso son peores que la AI slop, porque son perjudiciales”, afirma Eisikovits. Por el contrario, algunos especialistas ven en esta tendencia una oportunidad. Juan Antonio Estrada, teólogo y profesor emérito en la Universidad de Granada, cree que los vídeos pueden acercar la Biblia a las personas y que incluso podrían incorporarse en las aulas como herramientas pedagógicas, porque, de acuerdo con Estrada, la Biblia se trata de un libro fundamental para comprender la cultura y la historia de Europa y de Occidente. Pero advierte que transformarla en animación instantánea conlleva riesgos. “Se pueden transmitir medias verdades”, dice, “seleccionar lo conveniente y callar lo demás. Eso, en la religión, es peligroso”. Una opinión similar comparte la doctora en sociología Tatiana Íñiguez. Para ella, este fenómeno de consumo implica riesgos: “Hay una clara descontextualización de los mensajes. Con esta simplificación e incluso idealización del mensaje religioso, lo que se hace es obviar toda la complejidad, todos los matices históricos y culturales que tiene la religión”.Más informaciónSegún la experta, la adaptación digital de contenidos bíblicos tiene un doble componente: por un lado, la oferta de contenidos generados automáticamente; por otro, la demanda de los usuarios, quienes buscan un sentido espiritual en espacios digitales ante la pérdida de referentes tradicionales en la sociedad. En las publicaciones, los comentarios se amontonan como una avalancha de respuestas cargadas de fervor religioso. “Amén” y “Gloria a Dios” se repiten como ecos de una fe compartida. Maoli Lasso, una usuaria venezolana de TikTok, reflexiona sobre el poder que estos vídeos tienen en su vida. Según ella, son una forma de encontrar consuelo, especialmente en momentos de vulnerabilidad personal. “Me gustan porque dejan mensajes bonitos y en ocasiones que me identifico con ellos por alguna situación que está pasando en mi vida”, explica Lasso.Históricamente, el cristianismo ha utilizado la tecnología disponible para difundir su mensaje, desde la escultura y la pintura hasta la imprenta y la televisión con predicadores. “Ahora, el medio más fácil para llegar a la población son las redes sociales”, afirma Íñiguez. A esa discusión se suma la visión de los propios creadores. Para Abraham Aragón, youtuber, la irrupción de la inteligencia artificial solo ha amplificado un deseo que ya existía. “Creo que antes la gente quería hacer contenido religioso, porque es algo que les gusta y les ha gustado siempre. Pero ahora con la IA tienen los medios para hacerlo”, sostiene. “Sé que, por una parte, YouTube se está llenando de basura, de vídeos 100% automáticos y que si los ves es porque has entrado por error”. ¿Negocio o revelación? La creación de contenidos religiosos generados por IA se extiende más allá de la fe. En España y en Latinoamérica, decenas de youtubers enseñan a crear relatos bíblicos en serie como una fórmula para obtener ganancias rápidas. Se estima que canales como Bible In a Nutshell, uno de los más vistos y referente de los creadores de contenido, generan alrededor de seis mil euros al mes. De acuerdo con Aragón, creador de tutoriales para crear negocios utilizando la IA, Bible In a Nutshell está ganado esta cantidad de dinero solamente con los anuncios de YouTube.Este creador de contenido español explica que los vídeos largos generan más ganancias que los Shorts de YouTube. Y más cuando están en inglés. “Esto se debe a que la gran mayoría de hispanoparlantes no tienen el nivel de vida que tienen los angloparlantes, que suelen ser más ricos”, explica. “Las empresas que se anuncian en los vídeos que van dirigidos a esta audiencia pagan más”.Un personaje bíblico aparece como un influencer en un vídeo de YouTube.Gema GarciaSegún Eisikovits, incluir la religión en el universo de creadores de contenido tiene consecuencias claras: permite alcanzar gran popularidad y abaratar costes, pero también sacrifica la complejidad y la profundidad de los textos religiosos. Para el profesor de Filosofía, convertir la religión en un producto al estilo de Spotify (suscripciones, listas personalizadas y contenido desechable) puede atraer a más personas, pero lo que consumen ya no es religión en el sentido profundo: se reduce a entretenimiento, que desvirtúa su valor. La exposición a contenidos fragmentados y mezclados con entretenimiento trivial genera un efecto de “aplastamiento” del mensaje, afirma Eisikovits. El experto sostiene que la experiencia de ver combinaciones poco creíbles, de personajes bíblicos y dibujos animados, crea un impacto visual llamativo, pero poco significativo, que prioriza la atención inmediata sobre la comprensión profunda. Según Estrada, se trata de un riesgo propio de la era de la posverdad, donde la información puede ser manipulada constantemente con fines económicos. “Es fundamental que existan canales e instituciones que prioricen la pedagogía y la fidelidad cultural sobre la mera rentabilidad”, precisa el teólogo. La ética en juegoSin un marco ético en las tecnologías emergentes, advierten los especialistas, los contenidos generados por inteligencia artificial pueden deformar la cultura y propagar interpretaciones sesgadas como si fueran legítimas. “¿Cómo afectan estos contenidos a nuestra capacidad de acceder a información verdadera? ¿Cuáles de nuestras capacidades fortalece y cuáles debilita? ¿Es una buena idea? Si uno piensa que las instituciones religiosas contribuyen a nuestra vida, deberían preocuparse por esta tecnología”, resalta Eisikovits. Sin una regulación, destacan, nos queda la superficie de un consumo digital rápido, colorido y efímero. Para Estrada no hay duda: “Cuando no existe ética, podemos encontrarnos con todo tipo de desastres”.

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